1.- ¿QUÉ APRENDÍ DE LA SESIÓN?
Aprendimos que las barreras de la comunicación son aquellos factores que dificultan o impiden la recepción e interpretación adecuada del mensaje que queremos transmitir.
Si la información emitida llega distorsionada a nuestro interlocutor, este puede tomar un significado distinto al que nosotros nos proponíamos, provocando una mala efectividad en la interacción. Existen diversas barreras en la comunicación entre dos o más personas que dificultan la efectividad de las relaciones. Estas barreras se pueden dividir en 3 tipos:
Barreras psicológicas: son las propias de las emociones, los valores, interpretaciones, los hábitos de conducta o las percepciones.
Barreras psicológicas: son las propias de las emociones, los valores, interpretaciones, los hábitos de conducta o las percepciones.
Barreras conductuales: son las relativas a la falta de empatía, de escucha activa, agresividad, y pasividad. Todas ellas dificultan la efectividad de la comunicación.
Barreras semánticas: son las relativas a las verbales y vocales, las palabras inadecuadas, confusión en la estructura, que hacen que adquieran distintos significados según la situación.
Barreras semánticas: son las relativas a las verbales y vocales, las palabras inadecuadas, confusión en la estructura, que hacen que adquieran distintos significados según la situación.
Barreras ambientales: se refieren al contexto físico en el que se da la interacción. En este se puede dar una temperatura extrema, ruido externo, o un espacio inadecuado, que dificultarán la comunicación fluida.
No nos tenemos que olvidar de la percepción de cada individuo, que sin lugar a dudas afecta al significado e interpretación de la información recibida.
Es importante citar un párrafo de Herbert. G. Lingren, que define de forma muy completa lo que es un buen estilo asertivo:
“Hablo porque conozco mis necesidades, dudo porque no conozco las tuyas. Mis palabras vienen de mi experiencia de vida. Tu entendimiento viene de la tuya. Por eso, lo que yo digo, y lo que tú oyes, puede no ser lo mismo. Por lo que si tu escuchas cuidadosamente, no sólo con tus oídos, sino también con tus ojos y tu corazón, puede ser que logremos comunicarnos.”
2.- ¿CÓMO PUEDO PONERLO EN PRÁCTICA EN MI VIDA DIARIA?
Podemos ponerla en practica haciendo un seguimiento: Dar las cosas por hecho es un error muy habitual. Muchas veces, el interlocutor espera una pausa en tu discurso para consultar algo que no le quedó del todo claro. Además, de esta forma, lo integrarás en la conversación y esta no se convertirá solo un monólogo.
Utilizando la retroalimentación: Es una de las principales técnicas para superar las barreras de comunicación ya que si el otro se siente partícipe y puede dar su opinión tendrá otra predisposición ante el mensaje. La retroalimentación es beneficiosa para quien habla también porque puede darle las pautas de cómo continuar o si necesita reforzar algún concepto.
Desarrollando empatía: La empatía, en pocas palabra consiste en ponerse en el lugar de otro. Esto sirve para visualizar si tu mensaje está siendo bien comprendido, qué es lo que los demás quieren oír o esperan recibir de tu parte, cuáles son sus opiniones, necesidades e inquietudes. A su vez la empatía sirve para que el interlocutor “se abra” y cuente sus puntos de vista, de sus opiniones o te haga saber qué le parece bien y mal.
Controlando nuestras emociones: Las emociones pueden jugarte una mala pasada. Si hay gritos, llantos o nervios es mejor postergar la conversación para otro momento, cuando las cosas se calmen. Muchas veces cometemos el error de seguir discutiendo aún si las emociones están “a flor de piel”. Lo malo de ello es que podemos herir a la otra persona o incluso recibir una ofensa grave de su parte. Espera a que todo se tranquilice para retomar.
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